¿CÓMO ESTAMOS EN CHILE?

Pese al nivel de desarrollo que exhibe nuestro país, millones de personas aún viven en la pobreza. Hoy, que este convulsionado mundo se detiene levemente a reflexionar sobre los que se quedan rezagados del desarrollo y el bienestar, tenemos el deber de atraer la mirada hacia ellos y ellas, y remarcar con fuerza que la superación de la pobreza es un deber ético de todos los sectores de la sociedad.

 

El Índice de Pobreza Multidimensional global de PNUD y OPHI indica que este año la pobreza afecta a 1.100 millones de personas, un 18% de la población mundial.

 

En tres años, 165 millones de personas han caído debajo del umbral de la pobreza.

 

En Chile, este año retomamos la trayectoria de reducción de la pobreza que el país venía exhibiendo en los años anteriores a la pandemia, lo que es una buena noticia, sin embargo, sabemos que son mejoras importantes pero frágiles al mismo tiempo, pues dependen en gran medida, en este caso, de la acción circunstancial del Estado y las transferencias directas. Por lo mismo, es necesario avanzar en fortalecer la autonomía de las personas afectadas por la pobreza a través de procesos decididos de integración social.

 

El listado de brechas que enfrentamos como sociedad es amplio y urgente. Sabemos que la superación de la pobreza no se soluciona sólo con el mejoramiento material o monetario, sino que también superando dolorosas inequidades en el despliegue de distintas capacidades y el acceso a las buenas oportunidades educativas, en la distribución del ingreso, acceso a una oportuna atención en salud, a una vivienda digna, a seguridad alimentaria, entre otras. Pero también estas “distancias” se explican por la preocupante  crisis de confianza y convivencia social que crece cada año; con la vulnerabilidad que queda al descubierto tras los siniestros socioambientales; y con los temas del presente que están determinando nuestro futuro, como la crisis climática, la pobreza rural, la pobreza y vulnerabilidad migrante. 

 

En nuestro país más de un millón 200 mil habitantes se encuentra experimentando pobreza por ingresos y más de 3 millones 300 mil vive en pobreza multidimensional de acuerdo a la Casen 2022. Los niños, niñas, adolescentes y las comunidades de  territorios rurales y aislados siguen siendo los grupos más rezagados de los beneficios del crecimiento y el desarrollo.

 

¿CÓMO ESTAMOS ENTONCES?

 

Sin duda mejor que durante la pandemia, pero con dolorosas deudas pendientes que no pueden esperar. 

 

Frente a la dramática destrucción de empleos, hemos avanzado pero no lo suficiente. Es importante generar empleos de calidad, justamente remunerados, con protección social y con foco en las mujeres; recuperar la atención en salud donde los indicadores empeoraron; atender los preocupantes datos de la macrozona norte del país en cuanto a los aumentos de la pobreza multidimensional y el fenómeno emergente de la pobreza migrante. De lo contrario, la convivencia social se deteriorará más y el bienestar relativo conseguido antes de la pandemia se irá perdiendo. 

 

Con respecto a la medición de la pobreza es necesario generar instrumentos que nos posibiliten profundizar en las dinámicas que se dan en las múltiples manifestaciones de la pobreza, y de esta manera, atender también temas emergentes como la pobreza del tiempo o la energética. Un cambio de esta naturaleza permitirá tener presentes las dinámicas que tiene un mismo hogar a lo largo del tiempo, las dimensiones subjetivas implicadas, la situación de algunos grupos que no están representados en la muestra como las personas en situación de calle, las privadas de libertad, la niñez institucionalizada o las comunidades en campamentos; las particularidades territoriales y otros factores, permitirían ajustar el análisis y tomar mejores decisiones de política social. También es importante  mirar la experiencia de la pobreza más allá de índices sintéticos, complementando el análisis con estudios más amplios que nos permitan hacer seguimiento a quienes entran y salen de esta situación en distintos periodos de tiempo. También es importante avanzar en complementar y enriquecer la institucionalidad de la medición de la pobreza. La medición debe ser dinámica tal como lo es el fenómeno. 

 

Enfrentar la pobreza y la vulnerabilidad requiere de respuestas protectoras de bienestar social por parte del Estado, el sector privado y organizaciones de la sociedad civil y éstas, a su vez, dependen en gran medida de contar con buenos y actualizados datos para diseñar políticas cada vez más pertinentes y cercanas a la realidad. En este sentido es fundamental mejorar la vinculación, trato y servicios desde las instituciones públicas y privadas hacia las familias y personas. 

 

¿CÓMO SEGUIMOS?

 

Nuestro esfuerzo estará siempre en poner la superación de la pobreza en el radar de quienes tienen el poder de incidir en las transformaciones que Chile necesita, reiterando lo pendiente y poniendo luz sobre los problemas emergentes.

 

Las claves de futuro están en valorar y fortalecer los territorios, avanzar a paso firme en la integración de  los grupos rezagados y excluidos, dar el máximo esfuerzo por recuperar la confianza, incorporar efectivamente la voz de aquellos que viven la experiencia de la pobreza en las decisiones que afectan su vida, y colaborar, siempre colaborar. 

 

Chile puede dar el giro que se necesita para un desarrollo inclusivo y sostenible y lograr transformarse en un país donde las desventajas no recaigan siempre en los más vulnerables.

 

Invitamos al compromiso y colaboración del Estado, el sector privado y las organizaciones de la sociedad civil y a las propias comunidades que enfrentan cada día situaciones de pobreza y vulnerabilidad, a articular y avanzar hacia un diálogo abierto e inclusivo sobre las estrategias que Chile puede y necesita para superar la pobreza.

 

Firman:

 

Catalina Littin, directora ejecutiva. Fundación Superación de la Pobreza

Hans Rosenkranz, director ejecutivo. Comunidad de Organizaciones Solidarias

Magdalena Valdés, directora ejecutiva. América Solidaria